Abstract
A pesar de que la respuesta del sistema científico público y privado mundial a la necesidad de desarrollar vacunas contra la virosis de la COVID-19 ha sido extraordinaria y que los derechos de propiedad intelectual han jugado un papel fundamental en estos desarrollos, algunos Gobiernos y organizaciones no gubernamentales han presentado propuestas y pedidos para limitar, suspender y hasta prohibir estos derechos relacionados con vacunas para la COVID-19. Una parte significativa de estas argumentaciones se ha basado en citar, como ejemplos proverbiales, los casos de las vacunas para erradicar la poliomielitis y la invención de los anticuerpos monoclonales, sosteniendo que los desarrolladores se rehusaron a patentar estas invenciones como gesto altruista para beneficio de la humanidad, garantizando amplio acceso y bajo costo. Sin embargo, la revisión histórica de los desarrollos científicos de Jonas Salk y de Albert Sabin para las vacunas de la poliomielitis y de César Milstein (junto a Georges Köhler) para la invención de los anticuerpos monoclonales y su relación con las respectivas solicitudes de patentes no permite identificar voluntad de no patentar en dos casos ni una relación de causa-efecto en los tres casos. Justificar el pedido para limitar las patentes sobre vacunas para COVID-19 en estos tres casos históricos no solo carece de fundamento, sino que además omite que la falta de patentamiento provocó que dichas invenciones quedaran en el dominio público, siendo las compañías farmacéuticas y no las instituciones académicas las principales beneficiadas en términos económicos. La existencia de patentes sobre estas invenciones, por el contrario, les habría asegurado a sus desarrolladores derechos exclusivos para controlar las variables del mercado, incluyendo el precio de los productos, licenciar sus invenciones a quienes quisieran y aplicar mínimas regalías para redireccionarlas a círculos virtuosos de invención, desarrollo e innovación.