Abstract
En momentos en los que las generaciones mayores se muestran más vulnerables, es especialmente oportuno que desde la arquitectura se exprese la acogida a las personas mayores como una cualidad intrín­seca e irrenunciable. En este empeño puede pesar la presencia genéti­ca de posiciones gerontofóbicas que comprometan la identidad social de la vanguardia arquitectónica. Una revisión más detallada puede arrojar luz sobre la cuestión y matizar valoraciones precipitadas. En este texto se analiza la imagen de la vejez que se extrae de la obra publicada de Le Corbusier. En su perspectiva del tema hay muchos puntos en común con sus contemporáneos y otros que pertenecen a sus experiencias y su modo particular de interpretar el mundo que le rodea. Aunque su opción por el vigor físico y la actividad pueden llegar a ser generacionalmente excluyentes, también puede funda­mentarse la ausencia de una asociación explícita a tramos de edad predeterminados.