Abstract
En este artículo se efectúa un recorrido por las marcas que ha dejado el narcotráfico en la sociedad a partir del análisis y comentario de Era más grande el muerto (2017) de Luis Miguel Rivas. El escenario de la narración está ubicado en Villalinda, una recreación de la Medellín de los años ochenta y noventa del siglo pasado. La novela refleja con crudeza y humor los ideales, principios y aspiraciones que marcaron el derrotero de la sociedad en las últimas décadas, no solo en Antioquia o Colombia, sino en muchos países de la región. La frontera entre lo legal y lo ilegal, entre lo correcto y lo que no, cada vez aparece más difusa, los narcos pasan de las listas de la Interpol a las series de Netflix sin apenas diferencia en la valoración social. Esta obra permite por lo menos interrogar y cuestionar el brillo que series televisivas y demás quieren endosarle a estos personajes