Abstract
Este artículo sostiene la tesis según la cual la desposesión capitalista ha dado un salto cualitativo en el contexto de la crisis ecológica global. Anteriormente se caracterizó por separar a los trabajadores directos de sus medios de producción, pero a través de la construcción de los mercados climáticos, la desposesión capitalista ha comenzado a separar a los trabajadores de las condiciones ecológicas indispensables para la producción. El proceso que inició con la escisión del trabajador respecto de la tierra en lo que se conoció como “acumulación originaria” comienza a llegar a su punto culminante en el siglo XXI cuando el último lazo que unía al trabajador con la naturaleza ha comenzado a romperse. Esto es a lo que se denomina acumulación terminal y que se distingue por el hecho de que el capital pretende apropiarse de la última dimensión de la naturaleza del planeta que permanecía al margen de su lógica: la regulación de las condiciones ecológicas indispensables para la producción y la existencia humana. Como una muestra específica de este salto se analizan a profundidad los procesos de desposesión y mercantilización de los depósitos y flujos de carbono implicados en los proyectos de reducción de emisiones de CO2 impulsados por la ONU para combatir el cambio climático.

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