Abstract
La época actual se caracteriza, como ha expresado Bauman, por la «liquidez» de la vida humana. Las estructuras eran sólidas; hoy son cambiantes: sea la identidad del sujeto, la sexualidad, las relaciones. Todo es líquido, moldeable, adaptable. Si a algo se teme en esta época es a lo estable o permanente. En consecuencia, los valores también se han visto afectados, pues dependen del punto de vista personal, de las preferencias y los gustos, es decir, son absolutamente relativos. Esta liquidez en todos los aspectos, genera incertidumbre, pues ante la excesiva información a la que está expuesto, el ser humano finalmente no posee referentes objetivos para definir qué es bueno, valioso, preferible: todo depende de la circunstancia y de las preferencias del sujeto. La ética se vuelve obsoleta, porque si cada quien tiene un punto de vista igualmente válido, es imposible hablar de una jerarquía de valores. La búsqueda de la verdad, también es imposible, ya que se niega toda posibilidad de alcanzarla. Pareciera que la educación es imposible en una sociedad relativista. Entonces, ¿cómo enseñar en una época donde la verdad y moralidad son cuestionadas e incluso negadas?