Abstract
El artículo trata de los primeros tres mensajeros enviados a Madrid desde Filipinas o México para dar cuenta del avance de la “Jornada del Poniente” encabezada por Miguel López de Legazpi y para presentar una serie de peticiones. Lo que estaba en juego era, por un lado, la demarcación establecida por el tratado de Zaragoza entre españoles y portugueses en 1529 y, por otro lado, el afán de conquista de los miembros de la expedición. Las gestiones en Madrid se hicieron en el contexto de reforma del gobierno de las Indias que culminó en 1568 con la Junta Magna. El artículo pone de manifiesto el papel desempeñado por el conocimiento, como recurso y capital, en la relación establecida entre el rey y sus súbditos alejados. Muestra, asimismo, el valor de la presencia física en la Corte, presentada a menudo por los actores como una necesidad, para presentar y defender peticiones. Finalmente, se hace hincapié en la suerte de monopolio que poseía el mensajero en la Corte y que podía, en ciertas circunstancias, contravenir a los intereses de los mismos mandantes. Se arguye, por ende, que la comunicación política se enfrentaba a “rugosidades” más sociopolíticas que geográficas.