Abstract
Primer libro de microrrelatos de Patricia Esteban Erlés, Casa de Muñecas (2012, Páginas de Espuma) consta de cien miniaturas organizadas en diez secciones correspondientes a las distintas estancias de las casas de muñecas victorianas aludidas en el título. Dotada de un singular aparato peritextual, en especial por las fascinadoras ilustraciones de Sara Morante, la obra se inserta en el movedizo e indefinible género fantástico. A partir del lugar preponderante ocupado en el libro por el espejo –en sentido propio y figurado, estricto y amplio–, se plantea que la especularidad, manifiesta en una serie de repeticiones, inversiones, simetrías y vaivenes significativos y significantes, funciona como principio fundacional o programático de la colección de microrrelatos, desde su génesis a su lectura. Para demostrarlo, se examina cómo el espejo, sea temático, intersemiótico, estructural o transtextual, sustenta el conjunto del libro hasta convertirse en metáfora generalizada de un Unheimliche freudiano que equivale tanto a una revelación de lo oscuro como a un desquite feminista, por la dinamitación de los códigos patriarcales. Se concluye que el sinfín de juegos de reflejos que se despliegan configuran una obra caleidoscópica que no para de espejear, en particular a través de la afinidad reforzada entre fantástico y microrrelato, emblemática de una forma de literatura al cubo.