Abstract
Este artículo indaga en las experiencias de enfermedad e internamiento penal de Analía Silva, una mujer afroecuatoriana y cofundadora de la organización Mujeres de Frente (MDF), quien fue condenada en múltiples ocasiones por el microtráfico de drogas y diagnosticada en el 2017, con una insuficiencia renal crónica. A través de la reconstrucción etnográfica del proceso de deterioro de su salud (2017-2020), se propone un análisis en torno a la pregunta; ¿Cómo se encarnan los procesos de desposesión y encierro penitenciario en la experiencia de enfermedad de una mujer empobrecida y racializada por el estado penal ecuatoriano? Se propone el argumento de que, en la intersección de sus experiencias de enfermedad y castigo penal, se encarnan los vínculos que unen la cárcel, la clínica y la calle como contextos expresivos del régimen securitario que ha guiado la gestión pública de la salud y el castigo penal en Ecuador, en las últimas décadas. El ingreso metodológico por la noción de cuerpo-territorio permitió develar la experiencia de padecimiento y encierro como síntomas de un sistema de organización social regido por la exclusión y el abandono selectivo del estado, que en los procesos de tratamiento de enfermedades como la insuficiencia renal crónica, se reproducen violencias normalizadas bajo la jerarquización del conocimiento y la instauración de ordenamiento moral castiga como indisciplina, la denuncia y la contestación y que en medio de contextos de sujeción, también es posible encontrar tejidos de politización con potencial transformador.